36º Festival de Jóvenes - Fray Zvonimir Pavičić: Respondamos al llamado de la Virgen. Ella nos llama hasta que todos nos convirtamos

Fecha: 07.08.2025.

El tercer día del 36º Festival de Jóvenes, que se celebra en Medjugorje bajo el lema “¡Vamos a la casa del Señor!” (Salmo 122,1), comenzó con la oración matutina en el altar exterior de la iglesia de Santiago Apóstol, presidida por el párroco de Medjugorje, fray Zvonimir Pavičić.

Luego, fray Jure Barišić, vicario parroquial, ofreció una catequesis a los jóvenes procedentes de 71 países, centrada en los mensajes de la Virgen: cómo vivirlos y aplicarlos en la vida diaria como creyentes.

Fray Jure explicó que la espiritualidad de Medjugorje es sencilla, pero en su sencillez es también alegre y celebrativa, y nace precisamente de los mensajes de la Virgen, transmitidos a través de los videntes para nosotros y para el mundo entero.

“Honramos a la Virgen como nuestra intercesora, nuestra abogada, pero uno de sus títulos más bellos es el de Madre. Y una madre, cuando habla a sus hijos, no usa palabras elevadas ni filosóficas que nadie pueda entender; habla con sencillez, pero con un lenguaje lleno de amor. Por eso sus mensajes son simples, pero profundos, porque están impregnados de amor materno”, dijo fray Jure, y añadió que la Virgen repite sus mensajes no por insistencia, sino porque nosotros aún no cambiamos.

A continuación, dio su testimonio el sacerdote español Litus Ballbé Sala, quien estudió periodismo y practicaba hockey sobre césped. Durante el campeonato mundial en 2005, prometió a Dios que iría a Medjugorje. Hasta entonces, su vida religiosa se reducía a la misa dominical, muchas veces sin comulgar. Relató su camino de deportista olímpico a sacerdote, los desafíos que enfrentó y cómo encontró respuestas en Medjugorje.

También compartieron su testimonio Marco y Daniela Rossi, un matrimonio italiano que se separó cuando empezaron a involucrarse en prácticas del new age y técnicas tibetanas. Sin embargo, gracias a una peregrinación a Medjugorje, la Virgen y el Señor los reunieron nuevamente.

La mañana concluyó con alegría, cantos y danzas, cerrando con la oración del Ángelus. La tarde comenzó con el mismo espíritu festivo, con la música interpretada por el gran coro y orquesta internacional, dirigidos por el maestro Damir Bunoza.

Luego habló Aldis Čamans de Letonia, quien dio su testimonio sobre cómo cayó en el alcoholismo desde los 12 años. Tras no encontrar ayuda en la psicología, fue derivado a un sacerdote que le recomendó confesarse. En Medjugorje, rezando en la Colina de las Apariciones, vivió por primera vez la oración como un diálogo real con Dios. Hoy está casado, tiene diez hijos, acoge jóvenes en su hogar, realiza encuentros de oración y participa en seminarios de ayuno y oración. Para él, los mensajes de la Virgen son ahora su forma de vida y guía. Su esposa Edite también dio testimonio, y presentaron a varios de sus hijos que los acompañan en Medjugorje.

El misionero fra Ivica Vrbić, originario de Zavidovići y con más de nueve años de misión en Bolivia, compartió su experiencia vocacional. Agradeció el ejemplo de santos como Madre Teresa, el misionero croata Ante Gabrić, y fray Vjeko Ćurić, mártir asesinado en Ruanda, de quien espera sea declarado beato y santo.

“Estos ejemplos me impulsaron a querer ser como ellos, a llevar a Jesús al mundo”, afirmó fray Ivica.

La Santa Misa fue presidida por fray Zvonimir Pavičić, quien, en la festividad de la Transfiguración del Señor, reflexionó sobre el simbolismo de la montaña en la Sagrada Escritura: “La montaña eleva al hombre hacia Dios, hacia el cielo. Representa el lugar del encuentro con Dios en la oración. Moisés e Elías, los grandes profetas del Antiguo Testamento, vivieron la cercanía divina en la montaña. También Jesús sube al monte a orar. Y en la Transfiguración, su rostro y vestiduras resplandecen, se escucha la voz del Padre y los discípulos presencian su gloria celestial. Fue una experiencia inesperada y sobrecogedora, tanto que Pedro propone construir tres tiendas”.

Fra Zvonimir recordó que el Monte Tabor no fue el único lugar donde Jesús reveló su gloria: “También está el Monte de los Olivos y el Calvario, donde su gloria se manifestó de forma más dolorosa. En el Tabor vemos el esplendor, en el Calvario, el sufrimiento. Ambos montes muestran dos rostros de una misma realidad. ¿Tengo yo el valor de seguir al Señor en ambas montañas? Porque ambas llegarán a nuestra vida: la gloria y la humillación”.

Explicó además que, bíblicamente, la montaña representa el lugar de oración y presencia de Dios, y por tanto cada iglesia es una montaña que nos eleva del día a día al encuentro con lo divino.

“La Eucaristía es una montaña, un evento de transfiguración. Por obra del Espíritu Santo, el pan y el vino se transforman en el Cuerpo y la Sangre de Cristo. Cada altar, elevado, simboliza este monte de transfiguración. Y al escuchar la Palabra proclamada, es Dios mismo quien habla a su pueblo. En cada Eucaristía recordamos la muerte de Cristo, celebramos su resurrección y aguardamos su venida gloriosa. Este es el misterio de nuestra fe”.

Fray Zvonimir exhortó a asistir regularmente a esta "montaña", a la iglesia, para celebrar la Eucaristía y ser testigos del poder transformador de Dios: “Debemos vivir en santidad para comulgar en cada misa. Cristo venció al pecado en el Calvario y reveló la misma gloria que sus discípulos vieron en el Tabor. Es posible, y necesario, que nuestras vidas den testimonio de que Dios ha destruido el pecado y nos ha puesto en camino hacia la transfiguración”.

Concluyó recordando cómo muchos peregrinos han vivido esta transformación espiritual en Medjugorje: en la Eucaristía, en la confesión, en la Colina de las Apariciones o en el Križevac: “Han llegado con cargas, problemas, preguntas… y el Señor ha transformado sus vidas. La Virgen, nuestra Madre, por eso no se cansa de llamar: ¡Conviértanse, oren, vayan a mi Hijo! Respondamos a su llamado. Ella seguirá llamando hasta que todos nos convirtamos, como una madre que espera que su último hijo vuelva a casa. Movidos por la Palabra de Dios y el ejemplo de tantos peregrinos, dejemos atrás el pecado y todo lo indigno de un cristiano, y vivamos como hijos de la luz, hijos de la transfiguración”.

El día concluyó con una oración con velas ante la cruz, y en la concelebración participaron el arzobispo Aldo Cavalli, visitador apostólico para la parroquia de Medjugorje, el obispo de Sisak, Vlado Košić, el obispo castrense de los Países Bajos, Evarard de Jong y 616 sacerdotes. El Rosario fue dirigido por fray Mate Tadić.  (FOTO)