Mensaje del 25 de septiembre de 2005
“¡Queridos hijos! Los llamo en el amor: conviértanse, aunque estén lejos de mi corazón. No lo olviden: yo soy su madre y siento dolor por cada uno que está lejos de mi corazón, pero no los dejo solos. Creo que pueden abandonar el camino del pecado y decidirse por la santidad. ¡Gracias por haber respondido a mi llamado!”
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